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Al cabo de cinco días el levita madrugó para marchar, pero el padre de la joven le dijo:

— Repón fuerzas primero, por favor.

Y mientras comían juntos fue pasando el tiempo. Finalmente el marido con su concubina y su siervo tomaron la decisión de marchar, pero una vez más su suegro, el padre de la joven, le dijo:

— Mira, la tarde está cayendo. Pasa aquí la noche, te sentará bien. Y mañana de madrugada se van y regresan a su casa.

10 Pero el hombre no quiso pasar la noche allí. Se puso en camino y llegó frente a Jebús, o sea, Jerusalén. Llevaba consigo los dos asnos cargados, a su concubina y a su criado.

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